viernes, 17 de octubre de 2008

Derecho a vivir, derecho a morir

La Declaración sobre la eutanasia del Vaticano nos enseña: "...según la doctrina cristiana, el dolor, sobre todo el de los últimos momentos de la vida, asume un significado particular en el plan salvífico de Dios; en efecto, es una participación en la Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que Él ha ofrecido en obediencia a la voluntad del Padre. No debe pues maravillar si algunos cristianos desean moderar el uso de los analgésicos, para aceptar voluntariamente al menos una parte de sus sufrimientos y asociarse así de modo consciente a los sufrimientos de Cristo crucificado".
Me parece muy significativo el hecho de que sea comprensible para la Iglesia que las personas sufran a causa de enfermedades, en especial cuando se encuentran al borde de la muerte. Me hace reflexionar sobre su postura en cuanto a la eutanasia, una palabra que no suena bien, pero que no deja de ser la interrupción VOLUNTARIA de la propia vida. ¿Debemos agachar la cabeza ante los designios de la vida...o de Dios? ¿Es ético prolongar el sufrimiento de enfermos en estado terminal cuando son ellos los que manifiestan su expreso deseo de poner fin a su vida?
Vida, muerte. Dos conceptos íntimamente relacionados: la muerte no deja de ser la última vivencia, el último instante de la vida, la culminación de la existencia. Por tanto si la dignidad es inherente a la vida, más aún debe serlo a la muerte. Sólamente uno mismo puede decidir en qué momento su existencia pasa de ser un derecho a una obligación. Es de todos reconocido el derecho fundamental de toda persona a una vida digna, y su libertad para componer su existencia, tomando las decisiones que la lleven por la senda de la felicidad. Es la hora de que en España y en Europa cambie la legislación en este tema, basta ya de lastres religiosos: los derechos fundamentales son pisoteados. No basta con políticas progresistas, hay que desligar definitivamente la Iglesia del Estado (recordemos la Constitución: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal."). Ésto sería una verdadera garantía de libertad para todos los ciudadanos.
¡Derecho a vivir, derecho a morir!


EN EL NOMBRE DE DIOS. AMÉN.

3 comentarios:

Rukaegos dijo...

Anda, no sabía que tenías blog :)

Te añado a mis enlaces y prometo visitarte :)

Un saludo y feliz experiencia bloguera

Anónimo dijo...

Bueno mikel, siempre te he tenido por una persona sensata y me lo demuestras día a día.
Comparto tu opinión sobre el derecho a una vida digna y a una muerte digna y desde luego me parece una aberración imponer a una persona una vida de sufrimiento la cual desea abandonar. Me parece ilógico que una empresa como es la Iglesia pretenda decirte hasta que punto debes de aguantar tus problemas, como debes de vivir, y como debes de morir. Y sinceramente me decepciona que en pleno siglo XXI siga teniendo tanto poder y tantos adeptos, pretendiendo dar una imagen de modernidad y adaptación a los nuevos tiempos mientras mantiene sus antiquísimos principios e ideales, muchos de los cuales me parecen disparatados.
Me ha gustado tu comentario sobre que hay que desligar a la Iglesia del estado de una vez por todas, la verdad es que es un lastre que hace ya mucho tiempo debímos haber soltado.

Me gusta lo que tienes pensado para tu blog y desde luego cuenta con mis visitas y mis comentarios.
Un abrazo de tu amigo David.

Anónimo dijo...

Bueno, la verdad es que no podía evitar mirar el tema de "Iglesia".

Por supuesto estoy de acuerdo con tu opinión. Desde luego que el derecho a vivir o morir cuándo queramos es sólo nuestro y no tenemos por qué preguntar o tener dudas que vienen unidas a dogmas que yo respeto pero no apoyo de modo alguno. Aunque el apoyar un dogma es un tema en el que no entro, está claro que porque la Iglesia escriba algo no tiene por qué llevarse a cabo. ¿A caso somos esclavos de la Iglesia o de Dios?
Yo soy esclavo, si he de serlo, de mi propia condición y eso viéndolo desde un modo pesimista.

Un saludo, friki.